Todo comenzó un día de lluvia, en el Colegio San Javier cuando una de mis compañeras no se decidía si quedarse con uno de sus amores o el otro. Entonces yo inventé un juego para saber con cual de los dos se quedaba. El juego consistía en que uno era la mano derecha y otro era la mano izquierda, y que mi compañera nombrara todos sus defectos y luego eligiera al que tuviera menos defectos. Ella aceptó mientras yo no supiera los nombres de los chicos. Cuando me nombró sus defectos descubrimos que ambos tenían dos defectos. Decidí recurrir a mis últimas opciones: preguntarle a Pedro y a Ana. Pedro dijo que eligiera la mano derecha y Ana la izquierda, por lo que decidimos que sería el de la mano izquierda porque un sapito que contenía nombres para armar parejas lo había dicho dos veces.
Finalmente mi compañera decidío quedarse con el de la mano izquierda. El chico de la mano izquierda y mi compañera estuvieron juntos un largo tiempo, pero luego, ella se dio cuenta de que el que realmente le gustaba era el chico de la mano derecha.
Finalmente mi compañera decidío quedarse con el de la mano izquierda. El chico de la mano izquierda y mi compañera estuvieron juntos un largo tiempo, pero luego, ella se dio cuenta de que el que realmente le gustaba era el chico de la mano derecha.
Yo la ayudé a que estuviera junto a él, y resultó. Fueron novios mucho tiempo (hasta sexto de liceo) pero algo malo sucedió; el chico de la mano derecha se fue de la ciudad. Mi compañera se quedó con Pedro y luego no supe más nada de ninguno de ellos. Supongo que se casaron. Tal vez se separaron. Lo que se es que quiero volver a ver a mi compañera. Su sonrisa y sus locuras de verano.
Firma: YO